Desde allí cada unos emprendemos un viaje hacia distintas metas y propósitos a lo largo de nuestra vida.
En el trayecto de nuestra vida cada quien pasamos diferentes tipos de obstáculos en los que nos tenemos que afrontar, pero es parte de la vida.
“Como buenos administradores de los diferentes dones de Dios, cada uno de nosotros realicemos el plan de Dios sobre nosotros. Sirvamos a los demás según lo que hayamos recibido. Todo lo que hagan, háganlo para que Dios sea alabado por medio de Jesucristo, a quien pertenece la gloria y el poder para siempre.
Amén” (1 Pedro 4:10-11).
Piensa, ahora que estás haciendo este camino del silencio, cuál es la voluntad de Dios concreta para ti, qué es lo que espera el Señor de ti. Tendrás que hacer, que suplicar, con el profeta: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
La actitud básica será la búsqueda llena de esperanza, pero también con una pacífica inquietud; sí, es importante que vivas en una actitud de deseo de responder, pero ha de ser una inquietud con paz. No tengas prisa, pero tampoco te detengas en el camino.
Permíteme decirte por qué Dios haría esto por ti: El es la fuente de la vida, ama la vida, no la muerte. De hecho uno de sus diez mandamientos dice: “No matarás”. Es decir, no mates a otros ni a ti misma. En vez de quitarnos la vida debemos entregársela a El y cuando lo hacemos El nos ayuda. Nos da de su fortaleza para seguir viviendo aún cuando nos sentimos morir.
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